La nueva ley de promoción forestal saldrá por consenso.
Por primera vez, un empresario con larga trayectoria familiar en el sector forestoindustrial, accede a un cargo con nivel de decisión en el Ministerio de Agroindustria. Apenas asumió como titular de la Subsecretaría de Desarrollo Foresto Industrial de la Nación, Nicolás Laharrague realizó esta entrevista exclusiva con ASORA Revista.
-¿Cómo surge el ofrecimiento del cargo?
- Se genera desde el Gobierno cuando se decide el cambio del ministro de Agroindustria, nombrando a Luis Miguel Etchevehere, quien desde su cargo de Presidente de la Sociedad Rural Argentina, impulsó la formación de la Mesa Foresto Industrial. Tuve la oportunidad de participar en representación de AFoA, de mi empresa y también acercando propuestas y sugerencias desde Misiones, en las mesas internas para el armado y seguimiento de las dos reuniones de la Mesa que presidió el Presidente Macri. El Ministro ve una potencialidad muy grande para el desarrollo foresto industrial en el país, al asumir me propuso el desafío de acompañarlo en su gestión y acepté.
-¿A qué atribuye que a pesar de haber contado con un régimen de promoción forestal desde 1992, Argentina no haya alcanzado el desarrollo de países vecinos como en el caso de Uruguay, Brasil y Chile?
- En nuestro país la primera transformación de industrias de aserrío o carpinterías siempre dispuso de materia prima para abastecer al mercado interno. Y la actividad forestal compite con otras del sector primario que siempre fueron mucho más rentables e históricamente, están más asimiladas a nuestra sociedad como la agricultura y la ganadería. La forestación siempre fue vista en la Mesopotamia o en la Patagonia. Gracias a que hubo una ley de promoción se mantuvo la superficie y en el caso de Corrientes se ha incrementado. Hoy sabemos que la masa forestal está lograda y lo que tenemos que hacer es transformarla. Darle valor y eso llevará a que sea redituable para el sector de manera que se puedan forestar más hectáreas. Que se pueda reforestar lo que se va cortando e incluso, que se pueda ampliar la superficie. Obviamente, los inversores grandes, que son jugadores internacionales (plantas de celulosa y papel, fábricas de OSB, MDF, etc.), han visto a países vecinos con más agrado que Argentina, ya sea por su estabilidad política, impositiva o laboral. En nuestro caso, los crecimientos son mejores que en Uruguay, iguales a los de Brasil y mejores que en Chile. Entonces, como país, claramente podemos mejorar el nivel y ser elegidos para desarrollar la actividad forestal. Eso es lo que hay que revertir y hay que cambiar.
-¿Comparte la visión que para optimizar los recursos forestales del país habría que instalar una planta de celulosa y papel en Corrientes?
- Sí, la Provincia tiene la masa forestal y hace tiempo que viene trabajando para posicionarse en captar una inversión de ese tipo. Se apunta a una planta de papel marrón porque dentro de la matriz de importación es la que más pesa. En todo lo que es embalaje y otros tipos de papel somos deficitarios, y a nivel mundial la tendencia de consumo está creciendo. Se están instalando plantas de este tipo en otros países por qué no hacerlo en Argentina. Creo que hay que buscar la aceptación social y ambiental para conseguirlo. Asegurarse que la inversión se haga de una manera correcta tomando todos los recaudos. Este, precisamente, es el camino que han recorrido exitosamente los países vecinos.
-¿De su experiencia como industrial, piensa que hoy Argentina está en condiciones de volver al mercado de exportación con productos madereros?
-Los mercados existen, el desafío es ver cómo llegamos a ellos. Pienso que hay que trabajar sobre todos los aspectos que tienen que ver con la competitividad. Nuestra industria, la logística, la parte impositiva. Todas la cadena forestoindustrial y todos los sectores involucrados (privado; público; provincias; municipios; cámaras; productores), tienen que hacer un esfuerzo para alcanzar ese logro. Puertas adentro, trabajar en la competitividad y ser más eficientes produciendo. Probablemente, las industrias que quieran ofrecer una diversidad de productos para el mercado interno y la exportación, no lleguen a ser muy eficientes. Actualmente hay industrias locales que están exportando con un margen de rentabilidad muy chico, pero con el objetivo claro de ser híper eficientes en eso. En este punto hay mucho por recorrer. En lo que es logística hay que bajar todos los costos en la cadena, y en eso se está trabajando en la Mesa Forestoindustrial. Lo mismo con la parte impositiva. Así se van a ir sumando puntos para ganar en competitividad que ojalá nos coloquen en igualdad de condiciones con países vecinos. Chile, que tiene un costo logístico muy bajo desarrolló industrias pensadas para exportar, igual que Brasil. Y el mundo se mide por la oferta y la demanda. Además, la madera es un commodity. Solo por ser Argentina no van a aceptar pagar un 20% ó 30% más.
-En exportación el modelo chileno es uno de los más exitosos.
-La forestoindustria aporta al PBI de Chile aproximadamente 2,8 billones de pesos anuales, y en 2016 el sector exportó US$ 5.271 millones, representando un 8,7% de las exportaciones totales del país. Y también tiene una tradición a nivel nacional en el uso de la madera. Recientemente estuve en la ciudad de Concepción (la segunda ciudad más importante después de Santiago) y visité el shopping Plaza, toda la estructura está construida con vigas multilaminadas curvas. Aquí eso es impensado, ni siquiera en el interior. Ellos apuestan a la actividad forestal, es un producto nacional y culturalmente aceptan la madera.
-La tecnología es uno de los factores determinantes para mejorar la competitividad. Desde su experiencia ¿cuál es el estado actual del equipamiento en la industria maderera y qué se puede hacer al respecto?
-Por lo que conozco, el parque tecnológico de nuestras industrias está bastante desactualizado. Habrá que trabajar desde el Estado para lograr líneas de financiamiento para la modernización tecnológica, con plazos acordes y con una tasa razonable. Tratar de ayudar a los empresarios e industriales que quieran modernizarse para que puedan adaptarse a la economía que se viene. A los nuevos productos que se imponen. Otros países lo están haciendo y compiten con tecnología de punta bajando los costos y dejándonos fuera de mercado. Esto también tiene que ser una política a trabajar en la Mesa Forestoindustrial. Además, hay que trabajar en conjunto con los organismos técnicos como el INTI, IRAM, en la estandarización de los productos. Eso contribuirá a que haya una oferta más homogénea y facilite y haga más eficientes los procesos de producción. Hoy eso no existe y es el mercado interno el que pide y la industria es la que trata de adaptarse a esa demanda puntual, en esa diversidad perdemos eficiencia y aumentamos los costos.
- En el país la forestación está volcada prácticamente en su totalidad al pino y el eucalipto, ¿cree que sería conveniente abrir la posibilidad a otras especies que nos permitan acceder a nichos de mayor valor?
-En eso el mercado es el que manda. Si mundialmente es reconocido el Yellow Pine y el Eucalipto, no creo que desde acá podamos inventar o introducir alguna especie. Además, no tenemos mucho manejo. El roble europeo se usa para barricas y estructuras, y habría que ver en qué ecoregión crece porque es de clima más frío. En lo que es la Mesopotamia (la mayor superficie forestal del país), está comprobado que el pino y el eucalipto tiene los mejores crecimientos. En el sur también. En la Patagonia Andina el pino anda muy bien. Pero bueno, sería un tema a estudiar con el INTA. Se han introducido algunas especies que el mercado interno no aceptó, como paraíso, grevilea, kiri, y hoy los productores no saben qué hacer con esas plantaciones. A veces el mercado es muy tradicional y le cuesta aceptar cambios. Pasó con la araucaria, que es autóctona de Misiones y Brasil. El mercado la aceptó y hoy lamentablemente, por sus tasas de crecimiento, ya no se foresta más. Pasará a ser ornamental y folklórica en las pocas hectáreas que quedan en pie.
-¿Le pesa ser el primer representante del sector privado de la forestoindustria que ocupa un cargo de decisión en el Ministerio?
-Sí, ahora estoy más tranquilo. Hace tres o cuatro semanas cuando me lo ofrecieron, era algo que no me lo veía venir. La aceptación de este desafío es grande para el sector. De mi parte voy a dar todo. El día que ya no pueda aportar daré un paso al costado. No vengo para calentar la silla sino para hacer cosas. Dejé mi zona de confort en la empresa para incorporarme a un puesto público y me apasiona lo que me ofrecieron, y voy a hacer todo lo posible para que la forestoindustria siga en la agenda presidencial.
-¿Cree que en estas mesas de diálogo público-privada se encontrará solución a los problemas que tiene la forestoindustria para su desarrollo?
- Sin lugar a dudas. En la mesa estamos todos los sectores. Podemos hablar, discutir sobre las diferencias, y también coincidir. Hay un pedido del Presidente Macri para que las partes resuelvan los temas, que muchas veces no se hizo por burocracia o desconocimiento. En la Mesa se van sorteando los problemas para ir logrando pequeños pasos que son bastante grandes. A fin de año se dio con la baja del arancel de la maquinaria importada para cosecha, algo que hasta ese momento era impensado para las PyMEs. Lo que veo es que el sector y todas las cámaras están con nuevos aires de esperanza y energía.
-¿Cuáles van a ser las prioridades de su gestión?
-La idea es consensuarlo con el mismo equipo de la Subsecretaría. Ver en qué estado están todos los trabajos, relevamientos e información que se fueron llevando adelante todos estos años. También consensuar con las cámaras sobre las necesidades. Y, un poco en línea con el eje del trabajo que puso el Ministro, facilitarle la vida a los productores y desburocratizar el sistema. En la parte forestal, una de las cosas sería tratar de simplificar los procedimientos de la Ley 25.080. Que la información sea pública, que el forestador pueda acceder facilmente a toda la información de sus planes. Seguir trabajando con las cámaras en la búsqueda de soluciones en las cuatro áreas que se establecieron en la Mesa Forestoindustrial: Infraestructura y Logística; Ley de Promoción Forestal; Industria; Medioambiente. El otro eje importante que nombró el Ministro a nivel industria, es buscar relacionarse internacionalmente. Ver qué se necesita en el mundo y adaptarnos a esa demanda. En nuestro sector, captar inversiones buscando alguna co-gestión con privados. Afuera se percibe que Argentina ha cambiado, pero es necesario mostrar que hay empresas y empresarios idóneos. El patrimonio forestal está y la mitad de la forestación no se está procesando, por lo que hay que tratar de darle valor en forma urgente.
-El sector viene planteando la necesidad de bajar los costos de los fletes. ¿En qué estado se encuentra el tema del uso de los bitrenes y la posibilidad de usar la Hidrovía?
-Recientemente se hizo una primera prueba en Misiones, en la Ruta Provincial 16. Fue una gestión de Vialidad Provincial con el Gobierno de Misiones para corroborar el comportamiento de los vehículos, y todavía no están las concluisiones. También es importante que se va a habilitar para bitren el tramo Zárate-Virasoro. El otro gran desafío es la puesta en valor de la Hidrovía. Para eso, hay que hacer inversiones en puertos. Argentina tiene casi nulos los puertos en la Hidrovía. Hay que trabajar en la ley de Cabotaje para que sea viable transportar los productos madereros por el río. Para la Patagonia se tendrá que utilizar el bitren. Lo ideal sería el ferrocarril pero por ahora no hay planes al respecto. En cuanto al NOA, se está pensando en la puesta en valor del Ferrocarril Belgrano Cargas.
-El Gobierno tiene como objetivo la diversificación de la matriz energética. Con la biomasa forestal el sector tiene una oportunidad. ¿Cómo se piensa impulsar su desarrollo?
-La generación de energía a partir de biomasa forestal se está despertando de a poco. A diferencia del Renovar 1, en el Renovar 2 hubieron varios proyectos. Siempre hubo muchas trabas, el precio garantizado por el Gobierno, la forma de conectarse a la red para transportar, fueron más los obstáculos que los incentivos. Pero eso se está revirtiendo. Me parece que las empresas que hoy están en el sector necesitan ver que los proyectos que salieron licitados se empiezan a construir. En ese sentido, el rol del Estado es garantizar esos contratos, que son a largo plazo contra la inversión que hace el empresario. También la dendroenergía, que es algo poco conocido en nuestro país. Con productos forestales también podemos ayudar a abastecer el cambio de la matriz energética. Claro que esto también va de la mano del transporte, porque movilizar productos como pellets o chips secos requiere de un costo logístico competitivo. Si se pudieran transformar las usinas lácteas o aceiteras (ya son pocas las que están utilizando leña nativa), y otras que utilizan gas o fuel oil, para ser alimentadas con productos forestales sería espectacular. En esto el país tiene mucho que crecer, no solo en cuanto a los productos forestales sino también en la oferta de maquinaria. No hay mucha tradición para la quema de productos de madera, pero aquí hay buenas empresas que fabrican calderas y quemadores y también está la posibilidad de importar. Y otro aspecto fundamental es la difusión para que la gente comprenda las ventajas de usar este tipo de energías limpias.
-En muchas ocasiones se ve que Gobierno intenta bajar la carga fiscal de las empresas en función del aumento de la productividad y la creación de empleo y choca con la resistencia de las provincias.
-No siempre va a estar todo alineado. Esto es negociar, y el Estado Nacional, como autoridad, tendrá que ir dando y pidiendo cosas a las provincias para conseguir beneficios para el sector. De ahí deberá surgir algo que sea beneficioso para todos. Es un esfuerzo que tienen que hacer todas las partes. Hay que poner todas las cartas sobre la mesa con buenas intenciones y entre todos tratar de mejorar la competitividad. Porque si este sector se desarrolla y crece, va a significar más trabajo para todos los argentinos.
-En la Mesa de Construcción con Madera se firmó un acuerdo con el Gobierno por el cual se asegura que al menos el 10% de las viviendas sociales de los planes nacionales serán de madera, algo que el sector venía reclamando desde hace tiempo. ¿Por su experiencia en el sector se puede cumplir con este compromiso?
-El sector pidió y el Estado le concedió. Ahora está la pelota del lado del sector. Sobre todo con las recientes licitaciones que hubo en las provincias de Entre Ríos y Misiones para viviendas sociales y viviendas para Gendarmería Nacional. Ahí, las distintas cámaras que solicitaron esto tendrán que ver con sus asociados cómo lo cumplimentan. Y de parte del Estado, controlar que lo que se construya esté acorde al pliego de condiciones, para eliminar cualquier duda sobre la confiabilidad y la calidad. No puede ser “una casita”, tiene que ser una vivienda con todas las bondades del material húmedo y que perdure en el tiempo porque hoy también está sujeta a ser hipotecada. Esto último demuestra que se están destrabando algunos mitos sobre la construcción con madera. Hay un trabajo importante que hacer y yo espero que todo el sector esté a la altura. Confío en que se va a poder lograr.
-¿Piensa que hay que incentivar desde el Gobierno la complementación de la forestación con otras actividades como la silvopastoril para que los productores cuenten con otros recursos?
-Creo que hay que tratar de promocionar determinadas actividades, por ejemplo la silvopastoril, pero después dejar que el productor decida. El que es enamorado de la ganadería y quiere complementar con lo forestal o al revés, aquel que es forestal y quiere complementar con ganadería para tener un retorno más rápido. También puede haber un sistema agroforestal (como se hace en Brasil), que en Misiones podría ser mandioca con forestación o algún otro tipo de cultivo. Lo que hay que facilitarle al pequeño productor son los modelos a través del INTA o a través de experiencias, para mostrarles un poco cuáles son las rentabilidades y con la información que ellos decidan. Por otra parte, creo que funciona muy bien el cooperativismo. Para el pequeño productor de 20 hectáreas puede ser económicamente viable. A través de la cooperativa le pueden dar la genética, la forma de manejo, presentarle los planes y después ofrecerle la continuidad del mantenimiento de las plantaciones y el servicio de cosecha.
Obviamente, por una cuestión de globalización, se va haciendo economía en escala para tratar de sobrevivir. Esa es la tendencia en el mundo. No sé si está bien o no, pero es la realidad. Estos sistemas ayudan a dar valor y rentabilidad, de manera que la gente siga viviendo en el campo.
-La meta de forestación para 2030 es llegar a los 2 millones de hectáreas ¿para alcanzarla se está pensando en la apertura del sector a grandes productores que aseguren la escala?
-Hay que trazar las herramientas y que después sea el mercado el que decida cómo va a ir creciendo. En el sector forestal hay espacio para todos. Para el grande, para el mediano, para el chiquito y para el muy chiquito. En el NEA he visto a productores muy chiquitos, ciudadanos comunes, que tienen su ahorro en una forestación. El día que son “viejitos”, tienen 50 hectáreas logradas o recontra pasadas con pinos de 30 ó 40 años. Los cortan y abastecen al mercado, son productores. Por ahí hablan con sus hijos y vuelven a reforestar esas 50 hectáreas y se las regalan a sus hijos. Lo bueno de esta actividad es que hay lugar para todos. Sin duda, cualquier inversión de envergadura que venga va a necesitar una porción de tierra para forestación propia o ya vienen con un contrato de abastecimiento asegurado.
-La certificación es un elemento de marketing que puede ayudar para que el consumidor tome conciencia no solo que la madera es uno de los materiales más amigables con el medioambiente, sino que los productos madereros que está comprando provienen de un bosque bien manejado. ¿Desde el Gobierno se piensa impulsar una política de certificación?
-Claramente los sellos son una garantía de que las cosas se hacen de una manera correcta. Argentina decidió tener un sistema propio el CERFOAR (homologado a nivel mundial por PEFC), y también está el FSC. Los dos llegaron a la actividad forestal pero de una manera muy tibia. Pero en esto es la demanda la que impulsa, la que obliga. Hoy en el país son pocos los que conocen esta certificación y aún menos los que la exigen. Todavía podemos hablar que sólo una minoría absoluta de consumidores están dispuestos a pagar algo más por un producto certificado, sabiendo exactamente qué es lo que implica esa trazabilidad y esa certificación. En este caso creo que el rol del Estado sería el de la difusión.
-Hay países, como Brasil (en las últimas Olimpiadas) que en las licitaciones oficiales para productos provenientes de la madera exigen que estén certificados.
-El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a partir del Congreso Forestal Mundial de 2009 implementó la exigencia de productos certificados (todavía no se había creado el CERFOAR). Hoy ya está la Norma y pienso que en algún momento tendrá que decidir el Estado pero en conjunto con las cámaras y con todo el sector. Obviamente, habrá que dar un tiempo prudencial para que todo el sistema de la cadena se vaya adaptando e ir acompañándolo. No creo en las medidas autoritarias y obligatorias sobre todo cuando hay una mesa de diálogo. Hay que consensuar.
RECUADRO 1
De tradición foresto industiral
Nicolás Laharrague afirma que se desarrolló en el “ámbito privado y familiar”. Se recibió de Contador Público en Buenos Aires, y a los 20 años por la crisis económica del 2001” todos los integrantes de la cuarta generación tuvimos que incorporarnos a las empresas familiares. A mi me tocó ir a Misiones a entender cómo era el negocio forestal, tanto en la actividad primaria como en la industria”.
En 2005 comenzó a involucrarse en las cámaras empresarias. En 2007 integró por primera vez la comisión directiva de AFoA. En el período 2009-2013 se desempeñó como Presidente de la Regional NEA de AFoA, en Misiones. Posteriormente fue Vicepresidente de AFoA Nacional 2013-2015, y hasta asumir la subsecretaría de Desarrollo Foresto Industrial era Presidente de la Regional Misiones, de AFoA. También participo como representante de Amayadap; en Misiones.
RECUADRO 2
La Ley 25.080
-El sector está esperando una señal clara sobre la continuidad del régimen de promoción forestal. ¿Qué va a pasar con la Ley?
-En todos estos años, el tema más hablado en el sector fue la Ley 25.080. Todos los temas que hoy se están tratando eran impensados. Creo que el mensaje va a tener que salir de la Mesa Forestoindustrial con un acuerdo de todas las partes. No se puede dejar de lado que el Estado está con recursos escasos, pero eso no significa que tenga que desfinanciar la Ley. Habrá que analizar bien el impacto que tiene la Ley sobre la forestación de manera que el Estado sostenga el financiamiento. No quiero adelantar nada al respecto porque sería irresponsable de mi parte. Además vengo con el impulso del sector privado y hoy me toca ocupar un cargo en la función pública que en cierto modo implica la defensa de los intereses del Estado. Hoy el mayor desafío es industrializar el patrimonio forestal que ya tenemos.
-¿Cuándo debería enviarse la Ley al Congreso?
-Se irá viendo en la Mesa y seguramente será el Presidente Macri quién evalúe el mejor momento para enviarla.
RECUADRO 3
El tipo de cambio y la competitividad
-Hay empresarios que se quejan que con este tipo de cambio no se puede exportar.
-El Gobierno está pidiendo desde hace bastante tiempo que se trabaje en ganar competitividad. Y la solución no va a ir por el tipo de cambio. La competitividad se gana puertas adentro. El alza del tipo de cambio puede ayudar, pero sabemos que también genera otras distorsiones en la economía. Esa es una política pública que tendrá que definir el Gobierno. Hay que hacer un trabajo interno en la empresa y tener competitividad logística, industrial, tributaria, etc. Y también se requiere una mejora tecnológica. El largo plazo es lo que vale. Es fundamental.
Por Roberto Luis Minoli y Alberto Pelagallo