De la mano de la creciente conciencia ambiental por parte de los consumidores y la búsqueda de reducción de costos en la construcción de viviendas y espacios de usos comunes, la bioarquitectura o arquitectura sustentable gana terreno en nuestro país, con la madera como un material de gran protagonismo en diferentes proyectos privados y comunitarios.

 

Se trata de una nueva oportunidad de negocios para la industria de la madera, ya que requiere de una aplicación intensiva del material, tanto en terminaciones e interiorismo como en lo que hace al uso estructural.

 

Un sistema constructivo ancestral que se resignifica

 

En el caso particular del uso en estructuras de bioarquitectura, la madera conforma el soporte del sistema constructivo denominado "quincha", una técnica mixta en la que la madera se combina con fibras vegetales y tierra. Esta técnica es un buen ejemplo de utilización de madera en bioconstrucción, presentándose como un entramado compuesto de una estructura principal, marcos y refuerzos, relleno y revestimiento.

 

La quincha adopta versiones diferentes de acuerdo a los materiales empleados y su configuración. Puede encontrarse modulada con madera aserrada o con postes rollizos en sistema de pórticos, también con estructuras de acero u hormigón. En todos los casos, constituye una envolvente vinculada a la estructura y que se apoya sobre una base de protección hidrófuga inferior.

 

El denominador común de esta técnica es un relleno compuesto por una mezcla de tierra y fibras vegetales en proporciones y espesores variables de los muros de acuerdo a usos, costumbres y cálculos de transmitancia térmica.

 

Los materiales del refuerzo pueden ser listones de madera, cañas o mallas metálicas electrosoldadas (quincha metálica), que funcionan como estructura auxiliar destinada a sostener y consolidar el relleno. Los refuerzos se vinculan a un marco o a la estructura principal y pueden ubicarse en el centro del muro, o por fuera como contenedores del relleno. Los revoques de carga, gruesos y terminaciones (revoques finos, revestimientos, etc.) son indispensables y colaboran en mejorar el rendimiento aislante del sistema. Los estudios realizados respecto a la capacidad de aislación térmica sobre paneles de quincha han mostrado un buen desempeño: para un panel de 9,4 cm de espesor se ha determinado una transmitancia térmica de 2,64 W/m2K, que puede llegar hasta 1,51 W/m2K.

 

Por su parte, los marcos contienen al relleno y vinculan los refuerzos; son utilizados cuando los refuerzos no se unen directamente a la estructura principal. Las quinchas prefabricadas utilizan marcos, parantes y travesaños que conforman un bastidor que las constituye en paneles.

 

La experiencia recogida sobre sistemas tradicionales de quincha permitió el desarrollo de una versión denominada "quincha reforzada" basada en la materialización de paneles independientes que pueden ‒incluso‒ prefabricarse para luego colocarse entre los vanos de la estructura principal.

 

 

Un campo en constante expansión

 

Al igual que la construcción con madera, la bioconstrucción evoluciona, investiga, racionaliza, incorpora tecnología y muchísima madera, por ejemplo: para equipamiento, aberturas, revestimientos y estructuras. El desarrollo de estructuras seguras se respalda en el Reglamento INTI-CIRSOC 601, los documentos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca y resoluciones de la Secretaría de Vivienda.

 

La bioconstrucción está enlazada al paradigma de la bioeconomía. Los conocimientos sistematizados permiten establecer un horizonte de gran proyección para la industria de la madera. Desde diversas universidades e institutos hoy se impulsa la producción de información técnica de materiales naturales, inocuos y de origen preferentemente local para reducir la huella de carbono. Su aplicación en arquitectura considera criterios de habitabilidad, seguridad estructural y resistencia al fuego, entre otros. En todos estos puntos la madera asegura altos índices de eficiencia.

 

La bioconstrucción propone minimizar el impacto ambiental global de las edificaciones con diferentes estrategias que propicien la iluminación natural y la climatización pasiva. Herramientas como la bioclimática consideran diferentes elementos, desde el diseño hasta el desempeño térmico de los materiales que constituirán la envolvente. Este abordaje tecnológico globalmente es definido como bioarquitectura o arquitectura sustentable.

 

En nuestro país, existen variadas experiencias de proyectos concretados bajo el concepto de bioconstrucción: se trata tanto de viviendas unifamiliares de alto valor emplazadas en barrios cerrados y countries, como emprendimientos turísticos e instalaciones comunitarias en municipios de diferentes provincias. En todos los casos, las evaluaciones de sus usuarios finales destacan la generación de ambientes confortables y en equilibrio con el paisaje, a partir de la utilización de materiales como la madera y las técnicas bioconstructivas. En especial, se menciona que este tipo de construcciones no solo minimizan la emisión de sustancias contaminantes (40 % de los gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global), sino que además pueden absorberlas y de ese modo reducir doblemente la huella ambiental.

 

El INTI impulsa actualmente ‒en conjunto con más de diez instituciones y organismos públicos, privados y de la sociedad civil‒ el "Ciclo participativo de hábitat sustentable del Alto Valle" que contempla dos proyectos de bioconstrucción que cuentan con financiamiento de la Municipalidad de Allen:

 

- Salón de Usos Múltiples Experimental (SUME): edificio público sustentable demostrativo de 150 m2 aproximadamente (Inicio de obra: enero 2022; inauguración: diciembre 2022).

- Vivienda municipal sustentable: construcción de un prototipo con planos de libre descarga.

 

El Ciclo apunta también a la generación de unidades productivas de pequeña escala orientadas a la prefabricación de piezas parte de madera, aislantes y revoques naturales. De este proyecto participan la Cámara de Forestadores, Empresarios Madereros y Afines de Río Negro y Neuquén - CAFEMA, pymes locales y grupos asociativos de la región.

 

Por Alberto Pelagallo

 

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